jueves, 24 de julio de 2014

Gringolizados

  


"El corazón tiene razones que la razón no entiende" (Blaise Pascal, 1623-1662)

He decidido hacer un pequeño alto en los proyectos que me llevan semanas absorbido, para escribir de algo, alejado de lo académico, pero no, según mi punto de vista, de lo racional; ya en mi post ciencia y política, adelantaba lo que era mi visión en estos temas.

La política, como bien es sabido, y con esto no quiero presumir de descubrir el agua tibia,  juega con las emociones, con las pasiones humanas, llamémosles altas o bajas, pero pasiones al fin, están completamente alejadas de lo racional y lógico, esto ocurre lamentablemente, y hago énfasis en lo lamentable del asunto, en detrimento de nuestro desarrollo intelectual y del progreso de nuestras sociedades.

Con esto quiero hacer un breve comentario sobre el conflicto Palestino-Israelí y la visión de muchos amigos venezolanos, que como si llevasen un casco “anti-pensamiento”, se pronuncian contra Palestina o contra Israel, ignorando la masacres que se viven en esa zona.

Todo esto ocurre, porque en su afán populista-aparentista  internacional del régimen castro-chavista, ahora por accidente “Madurista”, aprovechando la coyuntura de cada conflicto, se posiciona siempre del lado que denominan “anti-imperialista!”, palabra que podríamos rebatir primero preguntando, ¿No es el Gobierno cubano el Imperio que dirige al Estado venezolano? con lo cual la excusa de “imperio extranjero”, no aplica en este caso; y otra pregunta ¿Por qué si son tan anti-imperio, le siguen vendiendo a precio preferencial petróleo a los Estados Unidos de Norte América? y lo que es peor ¿Por qué a pesar de ser Venezuela un país productor, se le compra gasolina al mismo imperio de los Estados Unidos de Norte América?, como la respuesta debería ser “racional”, no espero que ninguna persona con sus gríngolas pasionales, quiera responderlas.

Toco este tema, sin desprenderme del origen de este post, porque he llegado a la conclusión de que las Dictaduras, o regímenes totalitarios, tienen, entre muchos otros los dos siguientes efectos en sus sociedades, afectando por igual a quienes estén a favor o en contra del régimen en cuestión:

1.      Les hacen creer que “todo lo de fuera es malo o peor”, que por más mal que se esté, siempre afuera se está peor, y todo “está mal”, porque lo correcto es lo nuestro. (Este principio aún se ve en la sociedad española pese a los años que lleva Franco de enterrado, y lo veo ahora en la sociedad venezolana con su defensa a ultranza de que “prefiero pasar hambre aquí, que ir a una sociedad en crisis, por ejemplo, sin pensar que la crisis más fuerte de otro país, no le llega ni por los tobillos al caos económico actual de Venezuela), esto da origen al segundo efecto:
2.      Rechazo del emigrante: quien emigra es traidor, los que “nos quedamos” somos héroes “naturales”, aún si esos que se marcharon se han tenido que exiliar, nosotros “somos los buenos”, eso como se puede ver es una extrapolación humana del punto anterior, aún cuando haya estado 10 años viendo que pasa en el país por la TV, yo soy el héroe porque "no me he ido"
3.      Si soy opositor: Todo lo que la dictadura apoye es malo; sea bueno o no, sea una causa justa o no, esto es como llevar una gríngola que no me permite ver más allá de lo que tengo al frente. Esta estrategia deja al opositor en manos del régimen, porque como toda dictadura defiende alguna que otra causa justa con fines propagandísticos, el opositor queda como el dictador lo describe: Un radical, un fascista, etc. , haciéndole un flaco favor, al régimen opresor de turno.
4.      Si soy afín al régimen: Todo lo que pa dictadura apoye es bueno, da igual que sea un acto terrorista o no, comenzando porque no considera a la dictadura como tal, sino como una de las mejores democracias, pero también lleva una gríngola puesta, que no le permite “pensar” y analizar su opinión.


Las personas con gríngolas, al igual que los caballos, aumentan su "velocidad" de avance, avasallan con sus respuestas vacías de sentido, como los caballos corren rápido pero no piensan, si bajasen su velocidad correrían el riesgo de "pensar" y eso, no le gusta a los poderosos.

Luego de escuchar sus argumentos, sería bueno preguntarle: "¿Y tú que piensas?" incluso: "¿Piensas?"




Deberíamos de cultivar la capacidad de abstraernos para analizar cada conflicto por separado, independientemente de qué “tonto” lo apoya; deberíamos quitarnos los cascos y las gríngolas que llevamos puestas a todos lados, sin ni siquiera ser consciente de ello, y razonar!!! … que últimamente se está volviendo, cada vez más, un gran lujo.

Ejercer la libertad del pensamiento... nos hace dudar, y entonces pensamos... 

"Dudo, luego pienso... pienso, luego existo" (Descartes)


Dr. Jesús E. Martínez Marín
Ph.D